-
Arquitectos: Bertone, Bianchi-Fucile
- Área: 100 m²
- Año: 2018
-
Fotografías:Santiago Bianchi
-
Proveedores: ACINDAR, Aluar, AutoDesk, Fanelli, Trimble
“Quinta Tetuán” es uno de esos lugares en los que el desafío proyectual pasa por hacer propio un paisaje: el ámbito semirural de la periferia platense. La vida transcurre allí entre grandes hiladas de eucaliptus que subdividen el predio. Se suman algunas construcciones dispersas, huertas, mascotas y variados animales silvestres que dan vida al lugar. La zona productiva de Los Hornos, de tierras transformadas en ladrillos, históricamente vanagloriados como soporte material de la ciudad capital, y un presente de tierras fértiles, abocadas a la producción fruti-hortícola intensiva de alcance masivo, donde el orden rectilíneo y la sucesión de plantaciones dan forma a sus principales construcciones e imágenes consecuentes.
La obra pretende involucrar de manera consciente tanto al contexto construido como a sus prácticas, materiales y tipologías comunes, y al medio ambiente como parte del paisaje y forma de vida propuesta. Una pieza arquitectónica vinculada a lo industrial, repetible, de alcance masivo, propia de una sociedad especializada, con aspiraciones de transformarse en una estrategia abierta para distintas implantaciones dentro de ciertos parámetros dimensionales, climáticos y contextuales. Un objeto ensamblable en taller y trasladable, que demande de un estudio y comprensión de los parámetros particulares del caso para su inserción especifica.
Se elabora una estructura material ajustada al mercado local que, en su repetición indefinida y manipulación, da soporte a espacios cubiertos y semicubiertos. Por un lado, un prisma cerrado e interior de 7 unidades de 2,40x6,00x2,90mts conectadas de manera lineal, lo que da un volumen final de 6,00x16,80x2,90mts, separado del terreno natural; por otro, una cubierta de dimensiones variables, también metálica e independiente en términos materiales y perceptuales de 12,00x18,20mts, levemente distanciada en altura del volumen anterior, que lo cubre y que, en conjunto con el piso de ladrillos vistos sobre el terreno natural, funciona como fuelle y amortiguador entre naturaleza y artificio.
La distancia a las masas arbóreas, sus geometrías y claros dominantes establecen la posición final de la casa y configuran los limites perceptuales más distantes.
Hacia el exterior, los intersticios entre elementos constitutivos y su complejidad formal, la sombra arrojada por la cubierta, el color oscuro y los reflejos de algunos paños vidriados del volumen cerrado, proponen reducir el impacto de la edilicia en el paisaje vegetal, aproximándose a algunos cobertizos y estructuras metálicas de la zona.
Hacia el interior, la diferencia es marcada: un espacio rectilíneo íntegramente revestido de madera clara, de umbrales definidos suficientemente definidos como para establecer un momento, en pos de distanciar el mundo interior de lo exterior.
Por último, el espacio-galería resultante de la interacción entre volumen, piso y cubierta, diseñado en lo que respecta a cuestiones climatológicas, de uso y percepción, así como lo han sido tantos tipológicamente asociables de la historia local y nacional, es el ámbito de encuentro por excelencia. Amplio, multifacético y lleno de vida.